"...Aprende a soñar viviendo, pero no vivas soñando... Sé como el ave que vuela, pero no olvides regresar a tierra..."



viernes, 27 de julio de 2012

capitulo 4

Hola. Lo primero queria decir que siento haber tardado tanto en subir este capitulo. Tube problemillas con el ordenador, y gracias a todos los que me leeis, sin vosotros no lo escribiría. Espero que os guste. xx


Capitulo 4: Frío gélido.

Todo desapareció de un momento a otro. Los muebles, el techo, las paredes, los objetos que yacían rotos en el suelo… todo se esfumó.

Entonces un aire helado les rozó la piel y ambos tiritaron de frío. Eric inspeccionó el paisaje. Estaban rodeados de arboles desnudos, sin hojas. El viento zarandeaba las ramas que al chocar producían un ruido parecido a un susurro. Miró hacía todos los lados. Únicamente se veían árboles y más arboles. Estaban en el claro de un bosque.

Amy se frotaba los brazos para generar calor. Con aquella gélida temperatura apenas podía moverse.

Entonces comenzaron a caer del cielo pequeños copos helados. Eric miró hacia arriba. Estaba nevando.

Hasta ese momento ninguno se había atrevido a hablar. En parte por el frío, aunque tampoco tenían palabras para describir lo que sentían. Lo que estaba ocurriendo era lo más raro que les había pasado en la vida.

-Tengo frío –tartamudeó  Amy tiritando.

Eric la miró. Tenía la cara blanca y los labios morados. La temperatura era excesivamente baja y no podría aguantar así mucho tiempo. Se quitó la chaqueta y cubrió a  Amy con ella.

-Tenemos que encontrar un lugar en el que refugiarnos. Esta nevando muy fuertemente –dijo Eric.

Comenzaron a andar entre los árboles. Cada vez nevaba con más fuerza y les costaba mucho caminar. Estaban a muchos grados bajo cero

-No puedo más –dijo Amy deteniéndose.

-Si puedes. Tienes que intentarlo.

Pero sus piernas no la respondían. Le dolía todo el cuerpo y no paraba de tiritar. El frío estaba pudiendo con ella.

Eric también estaba muy mal pero no quería rendirse. Miró hacia todos los lados. Fue de un lado para otro buscando un sendero, una cueva o cualquier cosa que pudiera salvarles la vida.

-Déjalo Eric, estamos perdidos –le dijo Amy cogiéndole del brazo para detenerle.

El suspiró. No podía acabar todo así.

-Si al menos supiera dónde estamos…

Entonces oyeron un ruido entre los arboles.  Amy se asustó muchísimo y aferró fuertemente la mano del muchacho.

-¿Qué a sido eso? –susurró.

Entonces oyeron pasos. Amy temblaba. Podía haber animales salvajes o cosas incluso peores. Ya se estaba imaginando siendo devorada por un oso o un lobo.  Aunque pensándolo bien, moriría de frío sino de todos modos.

Para sorpresa de ambos lo que apareció ante ellos fue una persona.  Amy suspiró. Parecía ser una chica aunque vestía tan abrigada que apenas se le veía la cara.

-¿Quiénes sois vosotros? –Dijo dirigiéndose a ellos, pero ninguno contestó -¿estáis bien?

Ellos dudaron un momento antes de contestar.

-Soy Eric y ella es Amy –dijo él tiritando.

-Yo soy Lilianne –les dijo mirándoles de arriba a abajo.

No llevaban abrigo, ni bufanda o gorro. Eric incluso iba en manga corta. Tenían la cara blanca y los labios morados. Estaban tiritando. ¿Cómo se les había ocurrido internarse el bosque a esas horas de la tarde y sin ropa de abrigo?

-¿Qué hacéis aquí? –les preguntó.

-Nos hemos… perdido –contestó Amy no muy segura. En realidad no sabía que hacían ellos allí.

Lilianne recapacitó un momento. Como no les llevara a algún lugar resguardado morirían por una hipotermia.

-Seguidme. Os llevaré al poblado.

Eric y Amy se miraron buscando la aprobación del otro para seguirla.

-¡Daos prisa! –les gritó Lilianne comenzando a andar.

Ellos la siguieron.

Ella caminaba delante de ellos a paso apresurado. Les costaba bastante seguirla. Empezaron a andar por un sendero estrecho. Los arboles estaban situados a ambos lados de ellos. La luz era escasa pero, más o menos, eran capaces de ver.

Amy miró al cielo. La luna llena les observaba desde lo alto. Las estrellas no podían verse a causa de las nubes pero ya había parado de nevar.

Entonces un lobo aulló en la lejanía. Amy agarró instintivamente la mano de Eric. Él la miró.

-No te preocupes –le dijo tranquilizándola –. Ha sonado muy lejos.

Esto no la tranquilizó del todo pero decidió no pensarlo. Mientras caminaba en silencio Eric estaba enfrascado en sus pensamientos.

Debía mantener la calma para tranquilizar a Amy. La verdad es que se hacía el valiente peo estaba asustado y no entendía nada. ¿Dónde estaban? ¿Qué hacían allí? ¿Quién era aquella chic extraña y a dónde les llevaba? Las preguntas se agolpaban en su cabeza sin que pudiera encontrar la respuesta.

-Ya estamos cerca –dijo Lilianne girándose. Ellos asintieron.



********



-Y ¿cómo os perdisteis en el bosque? –dijo Lilianne llevándose a la boca su tazón de chocolate caliente.

Amy la imitó mientras Eric hablaba.

Se encontraban sentados en torno a una mesa redonda que había en el centro del salón de la casa de Lilianne. La única luz que había era la producida por un candelabro que ella había colocado. Fuera no paraba de nevar.

La casa no era muy grande. Tenía dos plantas y un pequeño jardín en la parte delantera.

En la primera estaban la cocina y el salón que no estaban separados por ninguna pared. También había un pequeño aseo. En la segunda planta había tres habitaciones y un cuarto de baño.

-Bueno... lo importante no es como llegamos aquí sino dónde estamos –dijo Eric intentando salir del aprieto. Si le contaba la verdad nunca les creería.

-Estáis en Kalapa, ¿No lo sabíais?

-No, nunca oí hablar de este lugar –contesto él extrañado.

-Pues que raro. ¿Vosotros de dónde sois?

-De Lonefield –dijo Amy cogiendo una galleta del plato. Después de todo lo que había pasado tenía muchísimo hambre.


-Yo tampoco he oido hablar de ese lugar -contestó Lilianne


Entonces se hizo el silencio los tres se quedaron callados.

-Quiero que me digais como os perdisteis. ¿Que haciais en el bosque a esas horas y vestidos asi? -dijo Lilianne y después añadió -bueno mejor no. Ahora vamos a dormir y a descansar y ya hablaremos mañana. Amy tu puedes dormir en mi habitacion, que hay dos camas y tu Eric en la habitación de invitados.


Ellos asintieron.














martes, 3 de julio de 2012

capitulo 3

Capitulo III: Botones dorados.

Tras un buen rato corriendo se detuvieron exhaustos. Amy suspiró. Estaban agotados. Las piernas no les respondían y sus corazones latían a mil por hora.

-Ya no nos siguen -dijo Amy respirando con dificultad. Después se sentó sobre la hierba y se echó hacia atrás. Eric hizo lo mismo.

Permanecieron durante un rato en silencio. Lo único que se oía era el piar de los pájaros y la respiración de ambos. Cada uno reflexionaba sobre lo que acababan de ver.

Para Eric era el día más extraño de su vida. Desde que amaneció solo habían ocurrido cosas extrañas. Empezando por aquel extraño libro que había recibido. Y lo que acababa de ver… había sido indescriptible.

Amy se estaba arrepintiendo de haberse escapado. No debía haberlo hecho. Ahora estaba perdida en medio del bosque sin saber a donde ir.

Si había decidido escaparse había sido en un en un arrebato de rabia y tristeza. Esa mañana todo había salido mal. Sus notas habían sido malísimas en todas las asignaturas, su madre la había echado una buena regañina por teléfono y había perdido las cartas que la había enviado Edeline. Todo le había salido fatal.

Después de un rato Eric se incorporó.

-Con el sol que hacía hace unas horas y mira ahora, no hay mas que nubes-. Comentó sin atreverse ha decir nada sobre lo ocurrido. Sólo habló por romper el silencio.

Amy ni se inmutó. Permaneció tumbada mirando al cielo e hizo como si no le hubiera oído.

Eric la miró. Ella le devolvió la mirada y se incorporó también.

-Estamos perdidos igual que antes. ¿Y ahora que hacemos?

Él se quedó pensativo.

         -Sinceramente, no lo se. Ojalá las respuestas cayeran del cielo.

Entonces miró hacia arriba esperando una señal. Pero no cayó nada. Amy soltó una carcajada.  

-¿Crees que las respuestas pueden caer del cielo? ¡Que tontería! Eso solo ocurre en las películas.

-Oye, había que intentarlo. Después de lo que acabamos de ver cualquiera sabe lo que puede ocurrir-. Le contesto Eric un poco ofendido.

Entonces Amy vio algo brillar en el suelo.

-¿Qué es eso?- Dijo sorprendida.

Eric se acercó hacia el lugar a mirar.

-Ven a ver esto, Amy-. Dijo mientras se agachaba.

Ella se acercó también y observó el objeto brillante. Era un botón, un botón dorado que relucía a la luz del sol. Eric lo cogió y lo observó detenidamente.

-Que extraño que haya un botón aquí, en mitad del bosque.-. Comentó Eric intrigado.

-¡Mira! Allí hay otro botón-.Dijo Amy señalando el lugar-. ¡Y otro más! Hay todo un rastro de botones.

Amy fue cogiendo todos los botones que iba encontrando. Eric la seguía muy intrigado. No paraban de ocurrir cosas extrañas aquel día.

Pasaron un buen rato así, siguiendo el rastro de botones a través de la vegetación. Iban en silencio. Caminaban despacio y se iban agachando a recoger los botones que iban encontrando.

Eric se preguntaba que hacía él allí. En medio del bosque, siguiendo un rastro de botones dorados con una completa desconocida ¿Por qué razón habría ido él a parar allí? ¿Qué era lo que estaba pasando? Todo era tan irreal que parecía un sueño… o quizá una pesadilla.

Se pellizco en el brazo intentando despertarse, pero no sirvió para nada. Todo era extrañamente real.

-¡Ay! ¡Qué daño!

-¿Qué has dicho, Eric?

-Nada, nada…

De pronto vieron que la hilera de arboles finalizaba. Allí terminaba el bosque. Delante de ellos se extendían campos de cultivo y, un poco más lejos, la ciudad.

Amy dio un grito de alegría y abrazó a Eric.

-¡Sí! Hemos salido del bosque. ¡Por fin!

-Vale, vale. No seas tan efusiva.

Ella sonrió.

-Pensé que nunca saldríamos del bosque.

Eric sonrió también.

-Bueno, ¿y ahora que? Digo que, ¿qué vas a hacer? ¿A dónde piensas ir ahora  que te as escapado?

Amy se quedó callada. La verdad, no lo había pensado. Pero no tenía dinero ni recursos. Aun así, no quería volver al internado. Todo el mundo iba a regañarla y a hacerla sentir peor aun. Estaba totalmente perdida y no sabía que hacer. Huir en vez de enfrentarse a sus problemas no había sido una buena idea.

-Yo…- comenzó a decir, pero no pudo terminar la frase. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

-¿Estás bien, Amy?

Ella se secó las lágrimas con la manga del jersey.

-Si quieres, puedes comer hoy en mi casa. A mi madre no le importará. Además, siempre prepara un pollo buenísimo-.dijo él intentando animarla.

Amy sonrió débilmente.

-Muchas gracias, de verdad.

-No es nada. Por cierto, sobre lo que ha ocurrido hoy, lo que hemos visto…

Amy le hizo callar.

-No digas nada, por favor. Prefiero no hablar del tema. Hagamos como si todo esto no hubiera ocurrido.

-Como quieras. ¿Nos vamos?

-Ejem, sí.

Los dos se pusieron a caminar en dirección a la ciudad. Al principio se mantuvieron callados, hasta que Eric rompió el silencio.

-No quiero ser entrometido, si no quieres no respondas. Pero me gustaría saber por qué te has escapado.

-Es una larga historia…

Amy fue relatándole como fue su despedida de Edeline, lo mal que lo había pasado y como a raíz de eso, su vida había cambiado por completo.

-Te comprendo. Separarse de alguien con quien pasas todo el tiempo y con quien compartes todo es muy duro.

Eric lo sabía perfectamente. Se había mudado de Bahía Dorada dejando atrás su casa, sus amigos y en general, toda su vida.

-Si que lo es-. Amy tragó saliva-. Yo no quería escaparme pero me apetecía huir, alejarme del mundo… No ha sido una buena decisión. Me arrepiento, pero tengo miedo de volver.

Entonces llegaron, al fin, a la ciudad.

         -Hacía tanto que no venía por aquí…- dijo Amy.

         -Pues yo ya estoy aburrido de esta ciudad. Hecho de menos mi antigua casa y a mis amigos.

         -¿Cómo es Bahía Dorada?

         -Es un pueblecito precioso. Tiene una playa larguísima por la que se puede caminar y caminar. Allí todo el mundo se conoce y no hace falta un periódico local porque las noticas pasan rápidamente de boca en boca. La verdad, es un sitio estupendo para vivir en el que cuando te levantas por la mañana te entra el olor del mar por la ventana y el ruido de las olas.

         -Ya me lo estoy imaginando, debe de ser genial.

         Eric la miró sonriendo.

         -No sabes cuanto…

          Tras unos minutos, llegaron a la casa de Eric.

         -Ya hemos llegado-. Dijo él.

         -¿Vives aquí?

         -Así es, en el ático.                                               

         -Como tiene que molar vivir en un ático. ¿No?- Dijo Amy que nunca había subido a un ático realmente.

         -Sí. La verdad, no es una casa muy grande. Pero es acogedora-. Le contestó Eric mientras se sacaba las llaves del bolsillo y abría la puerta del portal.

         Subieron hasta arriba en el ascensor. Cuando hubieron llegado Eric abrió la puerta.

         -Mamá, traigo una invitada-. Dijo casi gritando para que su madre le oyera desde donde estuviera.

         No obtuvo respuesta.

         -¿Mamá? ¿Estás ahí?

         Esta vez tampoco le respondió nadie. Entonces se dirigió a la cocina mientras la volvía a llamar. Le resultaba muy extraño que no estuviera en casa porque a esas horas solía estar cocinando y no solía salir. Aunque quizá había ido a por alguna cosa que le faltara para la comida al mercado.

         -Bueno, parece que no está en casa-. Dijo mientras volvía al salón.

         Amy se encontraba hojeando el libro que había recibido Eric esa mañana.

         -¿No tiene nada dentro?- Preguntó mirando a Eric.

         -No. Es que este libro es un poco extraño. Esta mañana he ido a la oficina de correos y alguien me lo había enviado. No se ni quién ha sido, ni tampoco por qué lo ha hecho, porque rompí el papel con  el remitente.

         -Ah. Lo que no entiendo es por qué pone el nombre del autor en la portada si el libro está en blanco.

         -No lo se…        

         Entonces el suelo comenzó a vibrar bajo sus pies. Todos los objetos de la casa temblaban. Eric y Amy estaban muy asustados. Cada vez los temblores eran más fuertes y todo empezó a rodar por los suelos. Las cosas caían de las estanterías, rodaban, se chocaban y muchas se rompían.

         -¿Qué está ocurriendo?-. Dijo Amy casi sin poder mantenerse en pie.

         Pero antes de que  Eric pudiera decir nada ocurrió algo impresionante. Las paredes estallaron en pedazos como cristales provocando un gran estruendo. Amy y Eric se cubrieron para no ser golpeados. Pero, de un momento a otro, todo se desvaneció.

lunes, 2 de julio de 2012

capitulo 2

Capitulo II: En el bosque.

Llevaban ya un buen rato caminando.

         -Esto es imposible, nunca llegaremos a ningún lugar-. Dijo Amy desganada y cansada.

         -Tenemos que seguir intentándolo.

         -Es inútil. Llevamos ya muchísimo rato andando y no hemos conseguido salir del bosque.

         Eric se paró y se quedó callado. Miró a su alrededor. Únicamente había árboles y más árboles. No iba a ser fácil encontrar el camino.

-Por aquí, Amy-. Dijo señalando hacia un lugar entre la vegetación.

-Yo creo que es dirección opuesta, hacia allá.

-No, por allí ya hemos ido. Estoy seguro de qué es para el otro lado.

-No, es por aquí. Por donde dices ya hemos pasado.

-Creo qué estamos andando en círculos. Por eso no llegamos a ninguna parte.

Los dos se quedaron en silencio. Debían decidir por dónde ir y dejar de pelearse si no querían adentrarse todavía más en el bosque.

-Vale, iremos por dónde tú dices-. Dijo Eric.

-No, da igual. Vamos a ir por donde tú digas.

-Sea por dónde sea vámonos ya, por favor. Sólo quiero salir del bosque.

Se pusieron a caminar por el camino qué quería Eric. Anduvieron en silencio durante un rato.

Cada uno iba pensando en sus cosas.

 Amy no paraba de acordarse de Edeline. Estaba empezando a arrepentirse de haberse escapado. Había sido una tonteria. Si consiguieran salir del bosque, ¿qué haría?, ¿a dónde iría?... No tenía respuesta para aquellas preguntas.

-Tengo hambre-. Se quejó.

-Yo también, pero como no nos comamos las hojas de los arboles…

Amy le mandó callar.

-¡Mira allí! –le dijo señalando hacia un lugar qué Eric no pudo ver.

-¿Dónde?- Contestó él mirando hacia todas partes.

-Allí-. Dijo Amy volviendo a señalárselo. Pero Eric siguió sin verlo. Él sólo veía arboles y arbustos.

-Ven por aquí-. Le dijo Amy cogiéndole la mano y tirando de él. Le guió por la maleza.

Entonces Eric también lo pudo ver. Delante de ellos, a unos quince metros, se alzaba una nave medio en ruinas.

Era bastante alta. Tenía grandes grietas y el techo parecía ir a desplomarse en cualquier momento.

-¿Qué es eso?- Dijo Eric asombrado.  

- No lo se-. Contestó Amy analizando la estructura con la mirada-. ¿Quién construiría una nave en mitad del bosque?

Eric comenzó a andar hacia allí.

-¿A dónde vas?- Preguntó Amy.

-¿No está claro a dónde voy?- Contestó Eric sin detenerse.

-No sabes quién puede haber allí o qué te puedes encontrar. Es peligroso. Además, imagínate que el dueño está dentro y te pilla husmeando.

-No creo que esto sea propiedad de nadie. Y si tienes miedo quédate ahí, pero yo voy a investigar.

-¿Miedo yo?- contestó Amy enfadada- Sólo soy prudente.

Eric se paró delante de la puerta y suspiró. La verdad es que sentía cierto temor por lo que pudiera encontrarse allí dentro, pero no se atrevía a reconocerlo. Además, si no entraba se quedaría con la curiosidad y se arrepentiría de no haberlo hecho.

-Entonces, ¿vienes o no?- Dijo girándose hacia Amy.

Ella suspiró. La verdad era que también la picaba un poco la curiosidad y no pudo resistirse. Corrió hacia dónde estaba Eric.

Se miraron a los ojos.

-Vamos allá- dijo Eric poniendo la mano en el pomo.

La puerta chirrió y se abrió. Amy estaba temblando.

-Relájate, no va a pasar nada-. La tranquilizó Eric.

-Entra tu primero y me cuentas lo que hay-. Contestó ella.

Eric entró y observó el interior. Era un lugar oscuro pero en unos segundos sus ojos se acostumbraron a la escasa luz.

Estaba claro que era una fábrica. Había máquinas de montaje y un montón de aparatos raros difíciles de describir. También había muchas cajas tiradas por todas partes. Todo estaba tirado y destrozado. Cualquiera diría que aquella nave había sido víctima de un terremoto.

-¿Qué ves?-. Se oyó preguntar a Amy al otro lado de la puerta.

-Entra y lo verás-. Le contestó Eric mientras abría una de las cajas y examinaba su interior.

Amy abrió la puerta lentamente y entró dentro.

-Guau… Una fábrica en mitad del bosque…-. Dijo extrañada.

-Y no es una fábrica cualquiera -. Le contestó Eric-. Estas cajas están llenas de juguetes. ¿Por qué construiría alguien una fábrica de juguetes en medio del bosque?

Amy caminó hasta dónde estaba él y miró en la caja. Metió la mano y saco una preciosa muñeca. La observó.

-Es increíble.

-¿El qué es increíble?-. Le preguntó Eric.

-La muñeca. Cuando tenía cinco años tenía una muñeca igual a esta. Pero la perdí. Me puse súper triste. Que recuerdos…

Eric sonrió.

 -Cuando yo era niño mi juguete favorito era un superhéroe. Mi primo lo rompió.

Ella le devolvió la sonrisa. Entonces oyó un extraño ruido.

-¿Qué ha sido eso? -dijo sobresaltada.

-¿El qué?

-¿No lo has oído?

-Yo no he oído nada. ¿Qué se supone que debería de haber oído?- Dijo Eric extrañado.

-No se. Un ruido raro. Por un momento, me ha parecido escuchar una especie de crujido o ruido mecánico.

-Serán imaginaciones tuyas porque yo no he escuchado nada de nada.

Amy parecía asustada. Eric no entendía lo que le pasaba, de que tenía miedo. La verdad es que ni ella misma lo sabía, pero se sentía como dentro de una trampa.

Sintió un escalofrío y todo comenzó a dar vueltas a su alrededor. Estaba realmente mareada.

-¿Estás bien, Amy?

No le dio tiempo a responder. Cayó desplomada al suelo.

Eric se acercó a ella rápidamente. La zarandeó intentando despertarla, pero no dio resultado. Asustado, le tocó la muñeca. Tenía pulso. Él suspiró.

Pasados unos segundos, Amy abrió los ojos.

-¿Eric?-. Preguntó incorporándose.

-¿Estás bien?

-Si... Más o menos.

-Dime una cosa, ¿es una costumbre tuya eso de desmayarte?- Bromeó para tranquilizarla.

Amy sonrió y con ayuda de Eric se levantó del suelo.

-He soñado algo muy extraño mientras estaba desmayada. Algo muy extraño…

-Luego me lo cuentas, ahora vámonos de aquí.

-Este lugar me da escalofríos-. Dijo Amy caminando hacia la entrada.

-Si, a mi también-. Contestó Eric siguiéndola.

De repente la puerta se cerró con un fuerte portazo.

Un escalofrío les recorrió el cuerpo.

Empezaron a sonar ruidos mecánicos por todas partes. Las máquinas se pusieron en marcha de un momento a otro. Ellos lo oían todo pero no podían ver nada. No había luz.

Amy agarró la mano de Eric fuertemente.

Caminaron a tientas hasta la puerta, intentando no chocarse con nada. Cada vez se oían más chirridos y más máquinas empezaban a funcionar.

Ambos estaban realmente asustados.

Eric soltó la mano de Amy y forcejeó con la puerta intentando abrirla, pero no dio resultado. Estaba atrancada.

         -No consigo abrir la puerta-. Dijo Eric casi susurrando.

         -Espera un momento-. Le contestó Amy. Se quitó una horquilla del pelo. Buscó la cerradura moviendo la mano hasta que dio con ella. Introdujo la horquilla en el lugar donde debería meterse la llave. Sus manos temblaban.

         De repente las luces se encendieron y las máquinas se pararon. Eric y Amy se miraron. Allí no había nadie que encendiera y apagara las máquinas. Todo estaba funcionando solo.

         Las cajas que había por todas partes empezaron a abrirse ellas solas. De ellas salían juguetes que volaban por toda la fábrica. Nunca habían visto nada igual.

         Se quedaron paralizados sin decir palabra alguna, observando como las cosas volaban por todas partes.

         Amy se dio la vuelta y volvió a intentar abrir la puerta.

Entonces todos los juguetes se detuvieron y tras pasar unos segundos suspendidos en el aire volaron hacia ellos.

Las luces volvieron a apagarse.

Amy forcejeó con la puerta asustada finalmente consiguió abrirla. Ambos salieron corriendo. Corrieron y corrieron sin detenerse ni mirar atrás. Los juguetes iban detrás de ellos, volando suspendidos en el aire.






capitulo 1

Capitulo I: La fuga.

Salió por la ventana del servicio. Caminaba despacio, procurando  no pisar las hojas para no ser oída. De repente oyó un ruido. Alguien se acercaba. Rápidamente se escondió detrás de un árbol, esperando no haber sido vista. Pudo ver a un guardia. Este caminaba rápido y las hojas caídas de los arboles crujían bajo sus pies. Por un momento pensó que se dirigía hacia ella, pero al pasar junto al árbol tras el que se escondía, pasó de largo.

Amy suspiró aliviada. Podían haberla descubierto y su plan de fuga se hubiera ido al garete. Miró a un lado y a otro. No había nadie. Sigilosamente salió de su escondite y continuó caminando hasta llegar al muro.

No había tenido mucho tiempo para planificar su huida. Observó el alto muro que se alzaba frente a ella. Ascender por él le iba a resultar bastante sencillo. Solo debía subirse a  uno de los árboles y trepar hasta llegar a una zona en la que poder pasar a la cima del muro. Lo que no había pensado era como bajar por el otro lado después.

Se agarró a una de las ramas bajas del árbol y comenzó a trepar. Debía tener cuidado para no caerse. Poco a poco fue ascendiendo sin detenerse. Cuando llegó hasta una rama bastante alta se paró y miró a la cima del muro. La tenía prácticamente al lado pero estaba separada de ella por una caída de tres metros de altura.

Con cuidado fue colocándose en el borde de la rama. Se agarró al muro y se subió a él. Sentada ya sobre el muro, miró hacia el otro lado. Ahora debía pensar cómo descender. Se dio cuenta de que muchos de los ladrillos estaban rotos. Debían de ser muy antiguos. Quizá podría bajar agarrándose en los huecos. Pero si se equivocaba de ladrillo podría costarle la vida.

Con cuidado empezó a descender. Miró hacia el suelo. Estaba muy alto. Entonces cerró los ojos y suspiró.

-No mires abajo, no mires abajo…-. Se dijo a sí misma casi susurrando.

 Continuó descendiendo sin mirar al suelo.

Cuando casi había terminado de bajar oyó que gritaban su nombre al otro lado del muro. Ya habían notado su ausencia. La estaban buscando. Del susto que se llevó, se cayó.



**********



No muy lejos del internado, en la ciudad, vivía Eric, un chico corriente. Era nuevo en aquel lugar. Acababa de mudarse de la costa y había ido a vivir allí.

Su nuevo hogar estaba situado en el ático de uno de los edificios más altos de la ciudad. Desde la ventana de su habitación podía verlo todo. Vivía al lado del ayuntamiento, en el mismo centro de la ciudad. Eso le permitía tener vistas a los barrios ricos, en los que había grandes y lujosas mansiones; a los barrios pobres de las afueras y a los bosques que había junto a la ciudad.

Esta se llamaba Lonefield y estaba situada en una llanura, entre varias colinas, en una de las cuales se encontraba el internado en el que vivía Amy.

Una mañana de primavera el despertador sonó pronto para él. Se levantó y se vistió. Tras desayunar, cogió su bicicleta y puso rumbo a la oficina de correos.

Estaba esperando que le llegara un paquete que debía contener un pequeño barquito de madera. Su hermano mayor le había prometido enviárselo como regalo por su decimocuarto cumpleaños, que había sido hace unas semanas.

Cuando llegó a la oficina dejó su bicicleta apoyada en la puerta y entró. La mujer que había en la ventanilla le saludó.

-Buenos días muchacho, ¿Qué te trae por aquí esta mañana?

-Buenos días-. Contestó Eric educadamente-. ¿Hay algún paquete para mí?

-Dime tu nombre, por favor.

-Eric Smith.

La mujer empezó a rebuscar entre los montones de cartas y paquetes que había allí. Para Eric la espera se hizo interminable.

-Aquí tienes, hijo-. Le dijo la señora mientras le entregaba un paquete marrón del tamaño de una caja de zapatos.

Eric cogió el paquete entusiasmado y empezó a romper el papel rápidamente. Pero cuando lo abrió se llevó una decepción. Dentro del paquete no estaba el barco de madera que esperaba. En su lugar, había un libro.

Tenía la cubierta de color rojo. En la portada estaba escrita esta frase con letras plateadas:

<< La magia de la imaginación. Alexander Moore. >>

Eric lo abrió. Las hojas eran amarillentas. Fue pasando las páginas. Ninguna de ellas estaba escrita. Volvió a cerrarlo y releyó la frase de la portada. ¿Por qué le habrían enviado a él aquel libro?

-¿Pasa algo muchacho?- Le preguntó la mujer.

Eric levantó la mirada sobresaltado.

-N-No, no. Ya me voy. Adiós.

-Adiós.

Guardó el libro en su mochila y salió a coger su bicicleta de nuevo para regresar a casa.

El camino de vuelta lo hizo en un santiamén. Pedaleaba rápidamente y más que correr, parecía volar.

Cuando llegó dejó su bicicleta y la mochila con el libro y se fue pasear. Cuando necesitaba pensar le gustaba dar largos paseos. Se sentía libre. Empezó a caminar por las callejuelas del casco antiguo de la ciudad y continuó, y continuó sin detenerse mientras atravesaba Lonefield de lado a lado.



**********



Amy solo veía imágenes borrosas. Creyó distinguir a alguien a su lado. Poco a poco la imagen se fue definiendo y pudo ver a un muchacho junto a ella. Se incorporó. 

-¿Qué ha pasado?-. Fue lo primero que dijo.

-Eso me lo tendrás que decir tú. Te he encontrado tirada en el suelo -.

-¿Y tu quién eres?- Preguntó ella mientras se recuperaba del golpe.

- Me llamo Eric. Encantado-.Contesto tendiéndole la mano.

        Ella sonrió. Le dio la mano y se levantaron.

- Yo soy Amy-.

- Bonito nombre. ¿Sabes qué día es hoy?-.

- ¿Veinticinco de noviembre?

- Eso significa qué estás bien. ¿Qué te ha pasado?

- Me he caído mientras bajaba por el muro-.

- Pues te has debido dar un buen golpe.

Amy sonrió y se frotó la cabeza.

        - La verdad es qué si.

Por un momento se hizo el silencio.

- ¡Amy!- Se oyó gritar a alguien cerca de allí.

         - Oh, no… – murmuró Amy.

        - ¿Quién te llama? – Preguntó Eric.

         Ella le hizo un gestó para qué se callará.

-Sígueme y no hagas ruido- Susurró.

        Amy comenzó a andar, mientras miraba por todas partes. Eric la seguía sin comprender mucho que era lo que estaba pasando.

         Ella no quería volver al internado. Desde qué Edeline ya no estaba ya nada era lo mismo. No tenía con quién hablar y no sacaba muy buenas notas, que digamos. Antes le contaba todo a  Edeline y ella la ayudaba con los estudios.

         Cuando ya hubieron andado durante casi media hora se pararon a descansar.

-Creo qué ya no van a poder encontrarnos-. Dijo Amy.

        -Te importaría contarme qué es lo que está pasando. ¿Quién gritaba tu nombre?

         -Me están buscando porque me he escapado.

         -¿Y por qué te has escapado?


         Se hizo el silencio. Amy se sentó en la hierba. Eric hizo lo mismo y se sentó a su lado.

         -¿Y tú que hacías allí para encontrarme?- Preguntó Amy.

         - Había salido a pasear y llegué allí sin darme cuenta.

         -¿Sabes por casualidad dónde estamos?

         - Creo que no. Nos hemos alejado mucho.

         - Perfecto. ¿Y ahora qué hacemos?- Contestó Amy con tono de fastidio y maldiciendo para sus adentros.

        - Tenemos que intentar encontrar un camino para salir del bosque, no puede ser muy difícil.

         - ¿Tú vienes mucho por aquí?

         -A qué te refieres con “por aquí”

         - Quiero decir que si paseas mucho por este bosque, que si conoces la zona.

         - Que va. Acabo de mudarme. En realidad soy de Bahía Dorada, un pueblecito de costa.

         Amy, por un momento, se quedó callada. La imagen del coche de Edeline alejándose por la carretera vino a su mente en aquel momento. Ella se fue a Bahía Dorada con su madre.

         -Amy ¿Pasa algo? - Preguntó Eric extrañado.

         -Oh, no, no me pasa nada. Solo me he acordado de algo...

         Eric la miró en silencio. ¿Qué motivos podía tener para haberse escapado? Era una chica muy extraña pero a la vez interesante.