Capitulo 4: Frío gélido.
Todo desapareció de un momento a otro. Los muebles, el techo,
las paredes, los objetos que yacían rotos en el suelo… todo se esfumó.
Entonces un aire helado les rozó la piel y ambos tiritaron de
frío. Eric inspeccionó el paisaje. Estaban rodeados de arboles desnudos, sin
hojas. El viento zarandeaba las ramas que al chocar producían un ruido parecido
a un susurro. Miró hacía todos los lados. Únicamente se veían árboles y más
arboles. Estaban en el claro de un bosque.
Amy se frotaba los brazos para generar calor. Con aquella
gélida temperatura apenas podía moverse.
Entonces comenzaron a caer del cielo pequeños copos helados.
Eric miró hacia arriba. Estaba nevando.
Hasta ese momento ninguno se había atrevido a hablar. En parte
por el frío, aunque tampoco tenían palabras para describir lo que sentían. Lo
que estaba ocurriendo era lo más raro que les había pasado en la vida.
-Tengo frío –tartamudeó
Amy tiritando.
Eric la miró. Tenía la cara blanca y los labios morados. La
temperatura era excesivamente baja y no podría aguantar así mucho tiempo. Se
quitó la chaqueta y cubrió a Amy con
ella.
-Tenemos que encontrar un lugar en el que refugiarnos. Esta
nevando muy fuertemente –dijo Eric.
Comenzaron a andar entre los árboles. Cada vez nevaba con más
fuerza y les costaba mucho caminar. Estaban a muchos grados bajo cero
-No puedo más –dijo Amy deteniéndose.
-Si puedes. Tienes que intentarlo.
Pero sus piernas no la respondían. Le dolía todo el cuerpo y
no paraba de tiritar. El frío estaba pudiendo con ella.
Eric también estaba muy mal pero no quería rendirse. Miró
hacia todos los lados. Fue de un lado para otro buscando un sendero, una cueva
o cualquier cosa que pudiera salvarles la vida.
-Déjalo Eric, estamos perdidos –le dijo Amy cogiéndole del
brazo para detenerle.
El suspiró. No podía acabar todo así.
-Si al menos supiera dónde estamos…
Entonces oyeron un ruido entre los arboles. Amy se asustó muchísimo y aferró fuertemente
la mano del muchacho.
-¿Qué a sido eso? –susurró.
Entonces oyeron pasos. Amy temblaba. Podía haber animales
salvajes o cosas incluso peores. Ya se estaba imaginando siendo devorada por un
oso o un lobo. Aunque pensándolo bien,
moriría de frío sino de todos modos.
Para sorpresa de ambos lo que apareció ante ellos fue una
persona. Amy suspiró. Parecía ser una
chica aunque vestía tan abrigada que apenas se le veía la cara.
-¿Quiénes sois vosotros? –Dijo dirigiéndose a ellos, pero
ninguno contestó -¿estáis bien?
Ellos dudaron un momento antes de contestar.
-Soy Eric y ella es Amy –dijo él tiritando.
-Yo soy Lilianne –les dijo mirándoles de arriba a abajo.
No llevaban abrigo, ni bufanda o gorro. Eric incluso iba en
manga corta. Tenían la cara blanca y los labios morados. Estaban tiritando.
¿Cómo se les había ocurrido internarse el bosque a esas horas de la tarde y sin
ropa de abrigo?
-¿Qué hacéis aquí? –les preguntó.
-Nos hemos… perdido –contestó Amy no muy segura. En realidad
no sabía que hacían ellos allí.
Lilianne recapacitó un momento. Como no les llevara a algún
lugar resguardado morirían por una hipotermia.
-Seguidme. Os llevaré al poblado.
Eric y Amy se miraron buscando la aprobación del otro para
seguirla.
-¡Daos prisa! –les gritó Lilianne comenzando a andar.
Ellos la siguieron.
Ella caminaba delante de ellos a paso apresurado. Les costaba
bastante seguirla. Empezaron a andar por un sendero estrecho. Los arboles
estaban situados a ambos lados de ellos. La luz era escasa pero, más o menos,
eran capaces de ver.
Amy miró al cielo. La luna llena les observaba desde lo alto.
Las estrellas no podían verse a causa de las nubes pero ya había parado de
nevar.
Entonces un lobo aulló en la lejanía. Amy agarró
instintivamente la mano de Eric. Él la miró.
-No te preocupes –le dijo tranquilizándola –. Ha sonado muy
lejos.
Esto no la tranquilizó del todo pero decidió no pensarlo. Mientras
caminaba en silencio Eric estaba enfrascado en sus pensamientos.
Debía mantener la calma para tranquilizar a Amy. La verdad es
que se hacía el valiente peo estaba asustado y no entendía nada. ¿Dónde
estaban? ¿Qué hacían allí? ¿Quién era aquella chic extraña y a dónde les
llevaba? Las preguntas se agolpaban en su cabeza sin que pudiera encontrar la
respuesta.
-Ya estamos cerca –dijo Lilianne girándose. Ellos asintieron.
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-Y ¿cómo os perdisteis en el bosque? –dijo Lilianne llevándose
a la boca su tazón de chocolate caliente.
Amy la imitó mientras Eric hablaba.
Se encontraban sentados en torno a una mesa redonda que había
en el centro del salón de la casa de Lilianne. La única luz que había era la
producida por un candelabro que ella había colocado. Fuera no paraba de nevar.
La casa no era muy grande. Tenía dos plantas y un pequeño
jardín en la parte delantera.
En la primera estaban la cocina y el salón que no estaban
separados por ninguna pared. También había un pequeño aseo. En la segunda
planta había tres habitaciones y un cuarto de baño.
-Bueno... lo importante no es como llegamos aquí sino dónde
estamos –dijo Eric intentando salir del aprieto. Si le contaba la verdad nunca
les creería.
-Estáis en Kalapa, ¿No lo sabíais?
-No, nunca oí hablar de este lugar –contesto él extrañado.
-Pues que raro. ¿Vosotros de dónde sois?
-De Lonefield –dijo Amy cogiendo una galleta del plato.
Después de todo lo que había pasado tenía muchísimo hambre.