"...Aprende a soñar viviendo, pero no vivas soñando... Sé como el ave que vuela, pero no olvides regresar a tierra..."



martes, 3 de julio de 2012

capitulo 3

Capitulo III: Botones dorados.

Tras un buen rato corriendo se detuvieron exhaustos. Amy suspiró. Estaban agotados. Las piernas no les respondían y sus corazones latían a mil por hora.

-Ya no nos siguen -dijo Amy respirando con dificultad. Después se sentó sobre la hierba y se echó hacia atrás. Eric hizo lo mismo.

Permanecieron durante un rato en silencio. Lo único que se oía era el piar de los pájaros y la respiración de ambos. Cada uno reflexionaba sobre lo que acababan de ver.

Para Eric era el día más extraño de su vida. Desde que amaneció solo habían ocurrido cosas extrañas. Empezando por aquel extraño libro que había recibido. Y lo que acababa de ver… había sido indescriptible.

Amy se estaba arrepintiendo de haberse escapado. No debía haberlo hecho. Ahora estaba perdida en medio del bosque sin saber a donde ir.

Si había decidido escaparse había sido en un en un arrebato de rabia y tristeza. Esa mañana todo había salido mal. Sus notas habían sido malísimas en todas las asignaturas, su madre la había echado una buena regañina por teléfono y había perdido las cartas que la había enviado Edeline. Todo le había salido fatal.

Después de un rato Eric se incorporó.

-Con el sol que hacía hace unas horas y mira ahora, no hay mas que nubes-. Comentó sin atreverse ha decir nada sobre lo ocurrido. Sólo habló por romper el silencio.

Amy ni se inmutó. Permaneció tumbada mirando al cielo e hizo como si no le hubiera oído.

Eric la miró. Ella le devolvió la mirada y se incorporó también.

-Estamos perdidos igual que antes. ¿Y ahora que hacemos?

Él se quedó pensativo.

         -Sinceramente, no lo se. Ojalá las respuestas cayeran del cielo.

Entonces miró hacia arriba esperando una señal. Pero no cayó nada. Amy soltó una carcajada.  

-¿Crees que las respuestas pueden caer del cielo? ¡Que tontería! Eso solo ocurre en las películas.

-Oye, había que intentarlo. Después de lo que acabamos de ver cualquiera sabe lo que puede ocurrir-. Le contesto Eric un poco ofendido.

Entonces Amy vio algo brillar en el suelo.

-¿Qué es eso?- Dijo sorprendida.

Eric se acercó hacia el lugar a mirar.

-Ven a ver esto, Amy-. Dijo mientras se agachaba.

Ella se acercó también y observó el objeto brillante. Era un botón, un botón dorado que relucía a la luz del sol. Eric lo cogió y lo observó detenidamente.

-Que extraño que haya un botón aquí, en mitad del bosque.-. Comentó Eric intrigado.

-¡Mira! Allí hay otro botón-.Dijo Amy señalando el lugar-. ¡Y otro más! Hay todo un rastro de botones.

Amy fue cogiendo todos los botones que iba encontrando. Eric la seguía muy intrigado. No paraban de ocurrir cosas extrañas aquel día.

Pasaron un buen rato así, siguiendo el rastro de botones a través de la vegetación. Iban en silencio. Caminaban despacio y se iban agachando a recoger los botones que iban encontrando.

Eric se preguntaba que hacía él allí. En medio del bosque, siguiendo un rastro de botones dorados con una completa desconocida ¿Por qué razón habría ido él a parar allí? ¿Qué era lo que estaba pasando? Todo era tan irreal que parecía un sueño… o quizá una pesadilla.

Se pellizco en el brazo intentando despertarse, pero no sirvió para nada. Todo era extrañamente real.

-¡Ay! ¡Qué daño!

-¿Qué has dicho, Eric?

-Nada, nada…

De pronto vieron que la hilera de arboles finalizaba. Allí terminaba el bosque. Delante de ellos se extendían campos de cultivo y, un poco más lejos, la ciudad.

Amy dio un grito de alegría y abrazó a Eric.

-¡Sí! Hemos salido del bosque. ¡Por fin!

-Vale, vale. No seas tan efusiva.

Ella sonrió.

-Pensé que nunca saldríamos del bosque.

Eric sonrió también.

-Bueno, ¿y ahora que? Digo que, ¿qué vas a hacer? ¿A dónde piensas ir ahora  que te as escapado?

Amy se quedó callada. La verdad, no lo había pensado. Pero no tenía dinero ni recursos. Aun así, no quería volver al internado. Todo el mundo iba a regañarla y a hacerla sentir peor aun. Estaba totalmente perdida y no sabía que hacer. Huir en vez de enfrentarse a sus problemas no había sido una buena idea.

-Yo…- comenzó a decir, pero no pudo terminar la frase. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

-¿Estás bien, Amy?

Ella se secó las lágrimas con la manga del jersey.

-Si quieres, puedes comer hoy en mi casa. A mi madre no le importará. Además, siempre prepara un pollo buenísimo-.dijo él intentando animarla.

Amy sonrió débilmente.

-Muchas gracias, de verdad.

-No es nada. Por cierto, sobre lo que ha ocurrido hoy, lo que hemos visto…

Amy le hizo callar.

-No digas nada, por favor. Prefiero no hablar del tema. Hagamos como si todo esto no hubiera ocurrido.

-Como quieras. ¿Nos vamos?

-Ejem, sí.

Los dos se pusieron a caminar en dirección a la ciudad. Al principio se mantuvieron callados, hasta que Eric rompió el silencio.

-No quiero ser entrometido, si no quieres no respondas. Pero me gustaría saber por qué te has escapado.

-Es una larga historia…

Amy fue relatándole como fue su despedida de Edeline, lo mal que lo había pasado y como a raíz de eso, su vida había cambiado por completo.

-Te comprendo. Separarse de alguien con quien pasas todo el tiempo y con quien compartes todo es muy duro.

Eric lo sabía perfectamente. Se había mudado de Bahía Dorada dejando atrás su casa, sus amigos y en general, toda su vida.

-Si que lo es-. Amy tragó saliva-. Yo no quería escaparme pero me apetecía huir, alejarme del mundo… No ha sido una buena decisión. Me arrepiento, pero tengo miedo de volver.

Entonces llegaron, al fin, a la ciudad.

         -Hacía tanto que no venía por aquí…- dijo Amy.

         -Pues yo ya estoy aburrido de esta ciudad. Hecho de menos mi antigua casa y a mis amigos.

         -¿Cómo es Bahía Dorada?

         -Es un pueblecito precioso. Tiene una playa larguísima por la que se puede caminar y caminar. Allí todo el mundo se conoce y no hace falta un periódico local porque las noticas pasan rápidamente de boca en boca. La verdad, es un sitio estupendo para vivir en el que cuando te levantas por la mañana te entra el olor del mar por la ventana y el ruido de las olas.

         -Ya me lo estoy imaginando, debe de ser genial.

         Eric la miró sonriendo.

         -No sabes cuanto…

          Tras unos minutos, llegaron a la casa de Eric.

         -Ya hemos llegado-. Dijo él.

         -¿Vives aquí?

         -Así es, en el ático.                                               

         -Como tiene que molar vivir en un ático. ¿No?- Dijo Amy que nunca había subido a un ático realmente.

         -Sí. La verdad, no es una casa muy grande. Pero es acogedora-. Le contestó Eric mientras se sacaba las llaves del bolsillo y abría la puerta del portal.

         Subieron hasta arriba en el ascensor. Cuando hubieron llegado Eric abrió la puerta.

         -Mamá, traigo una invitada-. Dijo casi gritando para que su madre le oyera desde donde estuviera.

         No obtuvo respuesta.

         -¿Mamá? ¿Estás ahí?

         Esta vez tampoco le respondió nadie. Entonces se dirigió a la cocina mientras la volvía a llamar. Le resultaba muy extraño que no estuviera en casa porque a esas horas solía estar cocinando y no solía salir. Aunque quizá había ido a por alguna cosa que le faltara para la comida al mercado.

         -Bueno, parece que no está en casa-. Dijo mientras volvía al salón.

         Amy se encontraba hojeando el libro que había recibido Eric esa mañana.

         -¿No tiene nada dentro?- Preguntó mirando a Eric.

         -No. Es que este libro es un poco extraño. Esta mañana he ido a la oficina de correos y alguien me lo había enviado. No se ni quién ha sido, ni tampoco por qué lo ha hecho, porque rompí el papel con  el remitente.

         -Ah. Lo que no entiendo es por qué pone el nombre del autor en la portada si el libro está en blanco.

         -No lo se…        

         Entonces el suelo comenzó a vibrar bajo sus pies. Todos los objetos de la casa temblaban. Eric y Amy estaban muy asustados. Cada vez los temblores eran más fuertes y todo empezó a rodar por los suelos. Las cosas caían de las estanterías, rodaban, se chocaban y muchas se rompían.

         -¿Qué está ocurriendo?-. Dijo Amy casi sin poder mantenerse en pie.

         Pero antes de que  Eric pudiera decir nada ocurrió algo impresionante. Las paredes estallaron en pedazos como cristales provocando un gran estruendo. Amy y Eric se cubrieron para no ser golpeados. Pero, de un momento a otro, todo se desvaneció.

2 comentarios:

  1. Comentadme lo ke opinais de la novela :)

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  2. Hey! La verdad es que me está gustando mucho. Es interesante y espero que pongas mas capitulos pronto porque has dejado muchas puertas abiertas, la fabrica, los botones, el libro.. Todo eso tiene que ser explicado y me ha enganchado mucho :) gracias por hacerme pasar un buen rato.

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