Llevaban
ya un buen rato caminando.
-Esto es imposible, nunca llegaremos a
ningún lugar-. Dijo Amy desganada y cansada.
-Tenemos que seguir intentándolo.
-Es inútil. Llevamos ya muchísimo rato
andando y no hemos conseguido salir del bosque.
Eric se paró y se quedó callado. Miró a
su alrededor. Únicamente había árboles y más árboles. No iba a ser fácil
encontrar el camino.
-Por aquí, Amy-. Dijo señalando hacia un lugar entre la vegetación.
-Yo creo que es dirección opuesta, hacia allá.
-No, por allí ya hemos ido. Estoy seguro de qué es para el
otro lado.
-No, es por aquí. Por donde dices ya hemos pasado.
-Creo qué estamos andando en círculos. Por eso no llegamos a
ninguna parte.
Los dos se quedaron en silencio. Debían decidir por dónde ir y
dejar de pelearse si no querían adentrarse todavía más en el bosque.
-Vale, iremos por dónde tú dices-. Dijo Eric.
-No, da igual. Vamos a ir por donde tú digas.
-Sea por dónde sea vámonos ya, por favor. Sólo quiero salir
del bosque.
Se pusieron a caminar por el camino qué quería Eric.
Anduvieron en silencio durante un rato.
Cada uno iba pensando en sus cosas.
Amy no paraba de
acordarse de Edeline. Estaba empezando a arrepentirse de haberse escapado. Había sido una tonteria. Si
consiguieran salir del bosque, ¿qué haría?, ¿a dónde iría?... No tenía
respuesta para aquellas preguntas.
-Tengo hambre-. Se quejó.
-Yo también, pero como no nos comamos las hojas de los
arboles…
Amy le mandó callar.
-¡Mira allí! –le dijo señalando hacia un lugar qué Eric no
pudo ver.
-¿Dónde?- Contestó él mirando hacia todas partes.
-Allí-. Dijo Amy volviendo a señalárselo. Pero Eric siguió sin
verlo. Él sólo veía arboles y arbustos.
-Ven por aquí-. Le dijo Amy cogiéndole la mano y tirando de
él. Le guió por la maleza.
Entonces Eric también lo pudo ver. Delante de ellos, a unos
quince metros, se alzaba una nave medio en ruinas.
Era bastante alta. Tenía grandes grietas y el techo parecía ir
a desplomarse en cualquier momento.
-¿Qué es eso?- Dijo Eric asombrado.
- No lo se-. Contestó Amy analizando la estructura con la
mirada-. ¿Quién construiría una nave en mitad del bosque?
Eric comenzó a andar hacia allí.
-¿A dónde vas?- Preguntó
Amy.
-¿No está claro a dónde voy?- Contestó Eric sin detenerse.
-No sabes quién puede haber allí o qué te puedes encontrar. Es
peligroso. Además, imagínate que el dueño está dentro y te pilla husmeando.
-No creo que esto sea propiedad de nadie. Y si tienes miedo
quédate ahí, pero yo voy a investigar.
-¿Miedo yo?- contestó Amy enfadada- Sólo soy prudente.
Eric se paró delante de la puerta y suspiró. La verdad es que
sentía cierto temor por lo que pudiera encontrarse allí dentro, pero no se
atrevía a reconocerlo. Además, si no entraba se quedaría con la curiosidad y se
arrepentiría de no haberlo hecho.
-Entonces, ¿vienes o no?- Dijo girándose hacia Amy.
Ella suspiró. La verdad era que también la picaba un poco la
curiosidad y no pudo resistirse. Corrió hacia dónde estaba Eric.
Se miraron a los ojos.
-Vamos allá- dijo Eric poniendo la mano en el pomo.
La puerta chirrió y se abrió. Amy estaba temblando.
-Relájate, no va a pasar nada-. La tranquilizó Eric.
-Entra tu primero y me cuentas lo que hay-. Contestó ella.
Eric entró y observó el interior. Era un lugar oscuro pero en
unos segundos sus ojos se acostumbraron a la escasa luz.
Estaba claro que era una fábrica. Había máquinas de montaje y
un montón de aparatos raros difíciles de describir. También había muchas cajas
tiradas por todas partes. Todo estaba tirado y destrozado. Cualquiera diría que
aquella nave había sido víctima de un terremoto.
-¿Qué ves?-. Se oyó preguntar a Amy al otro lado de la puerta.
-Entra y lo verás-. Le contestó Eric mientras abría una de las
cajas y examinaba su interior.
Amy abrió la puerta lentamente y entró dentro.
-Guau… Una fábrica en mitad del bosque…-. Dijo extrañada.
-Y no es una fábrica cualquiera -. Le contestó Eric-. Estas
cajas están llenas de juguetes. ¿Por qué construiría alguien una fábrica de
juguetes en medio del bosque?
Amy caminó hasta dónde estaba él y miró en la caja. Metió la
mano y saco una preciosa muñeca. La observó.
-Es increíble.
-¿El qué es increíble?-. Le preguntó Eric.
-La muñeca. Cuando tenía cinco años tenía una muñeca igual a
esta. Pero la perdí. Me puse súper triste. Que recuerdos…
Eric sonrió.
-Cuando yo era niño mi juguete favorito era un
superhéroe. Mi primo lo rompió.
Ella le devolvió la sonrisa. Entonces oyó un extraño ruido.
-¿Qué ha sido eso? -dijo sobresaltada.
-¿El qué?
-¿No lo has oído?
-Yo no he oído nada. ¿Qué se supone que debería de haber
oído?- Dijo Eric extrañado.
-No se. Un ruido raro. Por un momento, me ha parecido escuchar
una especie de crujido o ruido mecánico.
-Serán imaginaciones tuyas porque yo no he escuchado nada de
nada.
Amy parecía asustada. Eric no entendía lo que le pasaba, de
que tenía miedo. La verdad es que ni ella misma lo sabía, pero se sentía como
dentro de una trampa.
Sintió un escalofrío y todo comenzó a dar vueltas a su
alrededor. Estaba realmente mareada.
-¿Estás bien, Amy?
No le dio tiempo a responder. Cayó desplomada al suelo.
Eric se acercó a ella rápidamente. La zarandeó intentando
despertarla, pero no dio resultado. Asustado, le tocó la muñeca. Tenía pulso.
Él suspiró.
Pasados unos segundos, Amy abrió los ojos.
-¿Eric?-. Preguntó incorporándose.
-¿Estás bien?
-Si... Más o menos.
-Dime una cosa, ¿es una costumbre tuya eso de desmayarte?-
Bromeó para tranquilizarla.
Amy sonrió y con ayuda de Eric se levantó del suelo.
-He soñado algo muy extraño mientras estaba desmayada. Algo
muy extraño…
-Luego me lo cuentas, ahora vámonos de aquí.
-Este lugar me da escalofríos-. Dijo Amy caminando hacia la
entrada.
-Si, a mi también-. Contestó Eric siguiéndola.
De repente la puerta se cerró con un fuerte portazo.
Un escalofrío les recorrió el cuerpo.
Empezaron a sonar ruidos mecánicos por todas partes. Las
máquinas se pusieron en marcha de un momento a otro. Ellos lo oían todo pero no
podían ver nada. No había luz.
Amy agarró la mano de Eric fuertemente.
Caminaron a tientas hasta la puerta, intentando no chocarse
con nada. Cada vez se oían más chirridos y más máquinas empezaban a funcionar.
Ambos estaban realmente asustados.
Eric soltó la mano de Amy y forcejeó con la puerta intentando
abrirla, pero no dio resultado. Estaba atrancada.
-No consigo abrir la puerta-. Dijo Eric
casi susurrando.
-Espera un momento-. Le contestó Amy.
Se quitó una horquilla del pelo. Buscó la cerradura moviendo la mano hasta que
dio con ella. Introdujo la horquilla en el lugar donde debería meterse la
llave. Sus manos temblaban.
De repente las luces se encendieron y
las máquinas se pararon. Eric y Amy se miraron. Allí no había nadie que
encendiera y apagara las máquinas. Todo estaba funcionando solo.
Las cajas que había por todas partes
empezaron a abrirse ellas solas. De ellas salían juguetes que volaban por toda
la fábrica. Nunca habían visto nada igual.
Se quedaron paralizados sin decir
palabra alguna, observando como las cosas volaban por todas partes.
Amy se dio la vuelta y volvió a
intentar abrir la puerta.
Entonces
todos los juguetes se detuvieron y tras pasar unos segundos suspendidos en el
aire volaron hacia ellos.
Las luces volvieron a apagarse.
Amy forcejeó con la puerta asustada finalmente consiguió
abrirla. Ambos salieron corriendo. Corrieron y corrieron sin detenerse ni mirar
atrás. Los juguetes iban detrás de ellos, volando suspendidos en el aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario